En la primavera del 2016, el Mar Menor de Murcia se convirtió en una “sopa verde» por la proliferación de microalgas. Este evento fue la alarma que despertó a todos los periódicos regionales, nacionales e incluso europeos y, por lo tanto, a la opinión pública, que evidenciaba lo que muchos expertos llevaban ya años advirtiendo: que el Mar Menor se estaba muriendo. Pero el maltrato a esta laguna comenzó hace ya más de cinco décadas y, desde entonces, ha sufrido un lento pero drástico deterioro con el aumento de las urbanizaciones costeras, agravado en las últimas décadas por la transformación de los campos de secano de Cartagena en regadíos intensivos.


Caulerpa prolifera (oreja de liebre) es el alga que está colonizando la mayor parte de los fondos del Mar Menor. El alga entró en laguna probablemente con el dragado y ensanchamiento del canal del Estacio en la década de los 70, provocando una alteración en este ecosistema, por lo que se considera como especie invasora. Aparentemente, su colonización se ha visto favorecida por el vertido al Mar Menor a de gran cantidad de nutrientes (principalmente nitratos y amonio) procedentes de la agricultura, ganadería y de aguas residuales no tratadas adecuadamente.
En los últimos años, ha aumentado la mezcla de algas mucilaginosas llamadas “ova» (mezcla de Chaetomorpha linum y varias especies de Cladophora sp) que enturbian las aguas, dándole el color verdoso. Estas algas se fijan a las piedras u otras algas y se acumulan en las zonas poco profundas. Las proliferaciones de ova eran frecuentes en la zona norte del Mar Menor en los años 80, antes de que se estableciera la red de saneamiento y las depuradoras de aguas residuales urbanas. Hoy en día se han producido nuevos afloramientos por la incorporación de aguas dulces del campo de Cartagena y el drenaje continuo desde las capas subterráneas saturadas de agua, puesto que las antiguas tierras de secano son ahora de regadío y con cultivos intensivos.

Tras la “sopa verde», el Gobierno Regional retiró las algas (llamadas “biomasa“) y, desde entonces y con ayuda de la Union Europea, dedica partidas presupuestarias elevadas para la retirada diaria, no solo de algas superficiales sino también de otras que llegan a las orillas dependiendo de los vientos y tormentas. Estas algas son recogidas a mano y acumuladas en plantas de reciclaje sin ninguna utilidad posterior.


Algunos medios indican que en el año 2022 se recogieron unas 26.000 toneladas de algas (biomasa) mientras que en el 2023 fueron solo 7.000 toneladas. Este descenso apuntan algunos que se debe a las actuaciones que se están llevando a cabo para evitar los vertidos de nutrientes, otros indican que se debe a la sequía de este último año.


